Cuando cometemos errores, las mujeres más que los hombres, tendemos a castigarnos a nosotras mismas. Siendo mujeres adultas, con capacidad de razonar, ¿qué sentido tiene el autocastigo?
¿Cuánto hace que no te miras a los ojos? ¿Cuánto hace que te acostumbraste a sonreír por compromiso? ¿Cuánto tiempo pasó desde que te divirtieras realmente con algo? ¿Te has sentido fatigada y desconectada de tu ser? Tal vez puedes pensar que los problemas cotidianos fueron consumiendo tu luz, tu energía, tu dinamismo. O que los años no vienen solos, que traen achaques y se llevan tus dones, tu energía vital… Sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad. Debes saber que lo que te sucede (o no) en la vida no tiene nada que ver con factores externos.
Tu cuerpo responde a cómo te vives y cómo te piensas. ¿Qué te dices sobre ti? ¿Qué eres demasiado “buena”, que la gente no te respeta, que eres permisiva, que siempre te complican?
¿Qué piensas sobre ti misma? ¿Que no lo mereces? ¿Que es demasiado difícil o que nunca lo vas a lograr?
- ¿Por qué nos autocastigamos? Cuando somos niños y hacemos algo inadecuado, nuestros padres nos castigan. Crecemos con esa conciencia, con la idea de que si nos portamos mal o hacemos algo no esperado, debemos aplicar el castigo como remedio. ¿Pero remediamos? No.
- ¿Cuándo nos autocastigamos? Cuando creemos que no hicimos lo suficiente, que podríamos haberlo hecho mejor, cuando pensamos que no merecemos algo.
Sentir culpa y bronca es un conjunto de sentimientos inútiles que no cambian el pasado. Sólo contaminan lo único que tienes: este instante. Y digo instante y no presente, porque el presente parece ser más grande que un instante.
El autocastigo es un doble castigo que añadimos al castigo ya recibido, es una injusta bofetada que te das tú misma, porque no te aceptas, porque no te apruebas, porque no te amas. Vives excluyéndote, no haciéndote importante, pretendiendo que los demás te reconozcan… ¿pero por qué lo harían? ¿Tú lo haces?
Hoy necesitas dejar de autocastigarte, pues eso no te lleva a ninguna parte. Ámate, sonríe y disfruta de lo que tienes, de quien eres. Acéptate. ¡Admite que eres importante y valiosa!
© Autor: Chuchi González.
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